VII.- Construcción ascendente (última
actualización: 10-06-2017) Alrededor del
tema de cómo se construyó el universo, de cuál fue el proceso entre aquella inmensa
energía que se desencadenó, en un solo punto, y este descomunal universo que
tenemos delante ahora, no ha habido acuerdo entre los cosmólogos. Para unos,
de la gran nebulosa del principio, por fragmentación, nacieron los grandes
sistemas, de los cuales y por sucesivas fragmentaciones, el cosmos fue
“desgranándose” poco a poco, hasta llegar a los más pequeños sistemas
planetarios. Esta sería una construcción
descendente. Pero otros defienden el modelo opuesto: las primeras
fragmentaciones de la gran nebulosa inicial dio lugar a la aparición de las
estrellas, y desde esos cimientos se alzó luego el imponente edificio del
universo como hoy lo vemos. La verdad es que la realidad, cuando no la
dominamos, admite muchas más explicaciones de las que desearíamos. Construcción
descendente. De los sistemas a las estrellas
Parece
posible, abordando la primera de las teorías, figurarse una expansión en cuyo
seno se produjo cantidad de rotaciones, por el mecanismo ya explicado en
capítulos anteriores, y cabe pensar que esas formaciones fuesen nutriéndose,
madurando y avanzando hasta constituir enormes nebulosas de proporciones
gigantescas. En tal caso, se precisaría que también en el seno de cada una de
ellas, por las mismas causas que en el seno de la expansión general de la que
procedían, es decir, por el efecto de la curvatura divergente de su propia
expansión particular, se generasen nuevas rotaciones; las cuales, a su vez,
afectadas también por la expansión, dieran origen a otras nuevas rotaciones
en su interior, etc, etc. Así podemos suponer
un proceso en el que se repiten las causas y las nuevas formaciones, unas
dentro de otras, siempre de más a menos, pero siempre dentro de la misma fase
inicial del universo, puesto que es la única fase en la que había masa
continua. Y esta es la clave que deshace el empate entra una y otra teoría,
la descendente y la ascendente, eliminando a la primera. ·
Si el último de los
peldaños, en esta tesis descendente, fue el de la aparición de las estrellas,
y dado que las misma surgieron (como luego veremos) necesariamente de la inicial
masa expansiva continua, quiere esto decir que todo el escalonamiento del
proceso se habría efectuado ya dentro de esa única etapa. ·
En tal hipótesis, el
proceso entero de fragmentación, de más a menos (supercúmulos, cúmulos,
grupos, galaxias, sistemas planetarios y estrellas), se produjo en el seno de
la masa expansiva, de manera que el proceso fue “invisible” (sólo masa
expansiva) hasta la aparición del último peldaño, el de las estrellas, que
hizo visible, de forma súbita, toda la arquitectura de los sistemas en un
mismo instante. Resulta tan inverosímil esta teoría que cuesta trabajo pensar
que nadie la respalde. ·
En la tesis opuesta
(la ascendente), sin embargo, si lo primero en formarse fueron las estrellas,
cuando éstas se “encendieron”, todavía hubo muchísimo tiempo (y sigue
habiéndolo) para contemplar los
movimientos de formación del cosmos. También se
defienden tesis intermedias, en las cuales ni la construcción fue enteramente
descendente ni tampoco enteramente ascendente. Para éstas, las nebulosas del
principio correspondían a los sistemas intermedios, es decir, a lo que
actualmente son las galaxias; las cuales, por fragmentación, se convirtieron
en conjuntos de estrellas y por agregación en cúmulos. Pero, en cualquiera de
estas dos tesis, el inconveniente es siempre el mismo: encerrar en una sola
fase (la de la masa continua) el gran proceso de construcción entero, no
explica las distintas edades del universo. Construcción
ascendente. De las estrellas a los sistemas
Si partimos de
la tesis opuesta, de que la construcción de este edificio fue ascendente, el
fenómeno cobra la verosimilitud de que adolecía el anterior, porque
justamente eso es lo que ocurre en cualquier tipo de construcción. Los
edificios se levantan con ladrillos, y no al revés. Y los ladrillos del
firmamento son las estrellas. Así es que, con esos ladrillos, la obra se
llevó a cabo de forma mucho más coherente. Aplicando mi modelo
de universo a este tipo de construcción ascendente, debemos partir de que el
seno de la masa expansiva inicial se pobló de minúsculas rotaciones,
ocasionadas por la divergencia curva de la propia expansión en espiral
(capítulo V). Ahora añadimos que esas rotaciones, infinitamente más numerosas
que en la tesis anterior, correspondían a lo que ahora son estrellas, no a lo
que ahora son grandes sistemas, ni siquiera galaxias. Desde este punto de
partida, cabe hacer tres precisiones: 1.
En cuanto al tiempo en el que comenzó a tener
lugar la formación:
·
La concepción de este
modelo mío de universo ha comenzado por explicar que el espacio no es una
naturaleza muerta, que vive, que fluye y se distiende, que está en continuo
movimiento(capítulo III). ·
También ha quedado
explicado que las rotaciones se generan por la geometría del espacio, por la
divergencia de los radios de la expansión, sin intervención de ninguna
fuerza, lo cual quiere decir que pudieron iniciarse incluso en el propio
espacio expansivo. ·
En mi modelo de
universo, por tanto, no se precisa ni de materia ni de fuerzas para comenzar
el proceso, pudo iniciarse desde el momento mismo del desencadenamiento
original, puesto que era suficiente la existencia del espacio,
exclusivamente, para que se iniciasen los movimientos rotatorios del mismo. ·
No obstante y en
cuanto a la posible participación de la materia, cabe señalar que, según la
ciencia, bastaron los tres primeros minutos para que, por enfriamiento (mil millones
de grados), aparecieran las primeras partículas subatómicas, los protones y
neutrones, cuyo emparejamiento, dio lugar a la primera composición material,
el núcleo del deuterio (isótopo del hidrógeno). Esta
inusitada velocidad de formación (sólo tres minutos), sin embargo, no es muy
coherente con el dato del siguiente punto, según el cual: ·
Esa primera fase, constituida
por los citados núcleos atómicos, más electrones y fotones, a una temperatura
similar a la que hoy existe en el interior de las propias estrellas, fue la
fase del llamado
plasma, la cual duró los primeros 300.000 años (según
los científicos). Hemos pasado de necesitar sólo el enfriamiento de tres
minutos, a resistir tal enfriamiento durante nada menos que 300.000 años (¿?) ·
Esta primera masa expansiva tan inconsistente, llamada plasma o 4º estado, es el estado de
agregación de la materia más fluido, más aún que el gas, cuya expansión es muy
violenta, de ángulo agudísimo, y con un enfriamiento muy veloz (prosigue la
incoherencia entre unos datos y otros) ·
A partir de esa fecha es cuando, por efecto del
enfriamiento hasta 6.000 grados, temperatura similar a la de la superficie
del Sol ahora, los núcleos comenzaron a capturar electrones y a formar átomos
de hidrógeno. La materia, por tanto, hizo su aparición (a nivel atómico) en
esa segunda fase, entre los 300.000 y los 800.000 primeros años de la edad del
universo (datos quizás dudosos, pero que carecen de trascendencia en mi
teoría). ·
Ya tenemos el “momento” en el que pudo iniciarse el proceso
de formación, nada menos que un momento que comenzó en el año 0, pero que
pudo durar los 800.000 años siguientes. ·
Es la fase en la que se produjo el fenómeno de la radiación de fondo, descubierta por Penzias y Wilson, debida a que los átomos no volvieron a
interaccionar con los fotones de la radiación electro-magnética y quedó ésta,
de forma residual, hasta nuestros días. 2.
En cuanto al dónde se inició:
·
El lugar no lo
sabemos, pero sí sabemos con seguridad que tuvo que producirse en la que en
ese momento fuese la “frontera” del espacio. Lo sabemos porque tal
fenómeno se produjo por descompresión y enfriamiento, y ese punto crítico en
el que la expansión del espacio y la densidad de la materia llegaron a ser
las adecuadas, tuvo que producirse, forzosamente, en lo que en ese momento
constituyese la frontera última del espacio. ·
Este hecho de que la
formación de las protoestrellas no comenzase en
toda la masa expansiva a la vez, sino en una franja determinada, además de
ser lo que el propio fenómeno exige, viene también a explicar el porqué de la
gestación sucesiva de las estrellas y sus diferentes edades. Las más veteranas
son las más lejanas, las que corresponden a esa franja del límite del espacio entonces, franja que luego
fue ampliándose hacia el interior por enfriamiento general de todo el cosmos.
·
¿Llegó hasta el Origen mismo, el punto ocupado en su día por 3.
En cuanto al cómo del
proceso:
·
Aquella incipiente masa continua de nebulosa, comenzó a
rotar en infinidad de puntos por la geometría del espacio (capítulo V). Este
fue el primer paso (la ciencia siempre sostuvo que primero fue la
fragmentación, pero últimamente reconoce que hubo primeras concentraciones, a
las que algún autor llama “grumos”). ·
Esas primeras
rotaciones o protoestrellas se vieron afectadas,
inmediatamente, por ·
Pero estamos situados
en el seno de la nebulosa inicial, de masa muy ligera y homogénea, sin
espacios libres y con enorme capacidad de distensión. ·
Las primeras órbitas
estaban sometidas a mayor inercia gravitatoria, puesto que la longitud de su radio era
menor y menor también la expansión, debido a la mayor curvatura de la espiral
en esa zona inicial. ·
La masa de nebulosa que rodeaba a la protoestrella, por tanto, iba integrándose en la
incipiente rotación sin problemas, puesto que, como ha quedado dicho, en esas
primeras órbitas era mayor la inercia gravitatoria que presionaba hacia la
concentración que el efecto contrario de dispersión que ejerce la expansión. ·
Pero a medida que la protoestrella
avanzaba en la expansión con toda la nebulosa, las órbitas más exteriores,
por el contrario, soportaban menor inercia gravitatoria, debido a la mayor
longitud de su radio y el aumento del efecto expansivo (por la menor
curvatura del espacio en espiral). ·
El resultado comenzaba a ser el opuesto al
anterior, la inercia gravitatoria de la protoestrella
iba decreciendo y el efecto de dispersión iba siendo mayor que el de integraciónla en la masa de nebulosa que rodeaba a la protoestrella. ·
Forzosamente se llegaría a una órbita
determinada en la que ambos valores se igualarían. Esa órbita de equilibrio era
la que fijaba la dimensión de la protoestrella. ·
En la órbita inmediatamente siguiente, el
fenómeno se habría invertido, la expansión de la nebulosa circundante sería superior
a la inercia gravitatoria de la protoestrella, razón
por la cual esa masa ya no se integraría en la rotación, sino que seguiría su
curso con el resto. ·
Al alcanzar, por consiguiente, esa órbita de
equilibrio, la protoestrella habría terminado de
formarse y se separaría del resto de la masa expansiva, con aparición de espacios
libres. Fue el momento en el que, el universo de nebulosa continua, se
fragmentó y comenzó a transformarse en el universo de astros libres en el
espacio. Esta es la explicación de la formación de las
estrellas: dónde y cuándo lo consiguieron y el porqué de su cantidad
determinada de masa. Se acababa de iniciar la fragmentación del universo, y
deberíamos añadir, además, que de una manera coherente y fundamentada. ü
Hasta la fecha, nadie ha dado una explicación convincente
de los motivos por los que, una parte de la nebulosa general del nacimiento
del cosmos, se diferenciaba del resto, se separaba del resto y continuaba su
andadura al margen del resto. Todo lo contrario, se ha escrito un cúmulo de vaguedades
sobre el porqué de la iniciación de estos procesos (quizás por “polos
magnéticos”....), sobre el motivo de que se iniciase en ellos la rotación
(quizás por “rozamientos” o “turbulencias”....) y se ha presentado a la
gravedad como la responsable de todo (entendida, además, como fuerza de
atracción de masas). Aquí, sin embargo,
la hemos dejado emancipada, madura y caminando sola en el espacio, e
incubando la inevitable formación de su particular horno nuclear desnudo que
la estabilizará, de forma definitiva, frente a la inercia gravitatoria. Con lo
anterior hemos escrito el prólogo, tan necesario como olvidado por los
cosmólogos, de todo lo que ocurrió antes del parto de una estrella hasta
verla independizada. El resto de lo que le acaece a ese apenas puntito de luz
que brilla en el firmamento, ya nos lo han relatado los astrofísicos con
minuciosidad (esto sí, esto nos lo han dejado escrito, sencillamente, porque
esto solamente consiste en comprobarlo): -
La protoestrella, ya
independizada del resto de la masa expansiva, continuó su viaje girando sobre
su eje y sometida a la inercia gravitatoria, contrayéndose y alcanzando más y
más presión y temperatura. -
Al llegar a ciertos valores críticos de presión
y temperatura, el hidrógeno se transformó en helio, creándose así el horno
nuclear interno. -
La creciente presión liberadora de ese horno
nuclear interno, llegó a un punto crítico en el que neutralizó la contracción
por gravedad, y el cuerpo se estabilizó bajo unas dimensiones y condiciones
de luz y calor propias de lo que se viene llamando una estrella. -
El resto de la historia, hasta convertirse en
enana blanca, o hasta autodestruirse en una enorme deflagración, cae fuera
del objeto de este trabajo, que se centra en lo que hasta ahora nunca ha sido
suficientemente explicado: las grandes líneas de la construcción del
universo. Hasta ese
instante de la fragmentación de la frontera del espacio en protoestrellas, teníamos un universo de masa continua que
la expansión descomprimía, enfriaba y poblaba de rotaciones. A partir de ese
momento, entramos en otro universo de cuerpos estelares ya consolidados,
sólidos, en el que la expansión corre a cargo del espacio interestelar. No
obstante, ninguna de estas dos etapas de la construcción debe entenderse de
forma excluyente. En un principio solamente existió la primera. Ahora
solamente existe la segunda. Pero por un tiempo coexistieron las dos formas
de universo, una a cada lado de la frontera generadora de protoestrellas. Comentario final: Si el lector
se da cuenta, en éste y en todos los capítulos anteriores me he expresado con
seguridad sobre las raíces del cosmos, me he sentido muy seguro en las
teorías expuestas sobre su forma de nacer y desarrollarse. No soy científico,
no puedo cuantificar con fórmulas matemáticas cuánto he expuesto, pero confío
en la profundidad lógica de mis argumentos, como buen filósofo. Y con esto
creo haber cumplido mi cometido: dar un vuelco total a la concepción de lo
que es el cosmos, desde su gestación hasta su puesta en marcha. Pero, en
cuanto a lo demás que ha ido aconteciendo desde su mayoría de edad (galaxias,
cúmulos, etc), no me inquieta y lo he eliminado en
esta última actualización, porque no es otra cosa que una pura consecuencia de
lo ya establecido (y en algunos temas, porque los datos aportados por la
astrofísica resultan confusos y contradictorios, como es el caso de las
galaxias, de manera que no se pueden aventurar hipótesis sobre datos no
fiables): La distensión expansiva del espacio, en su propio
seno, proseguirá hasta la campana del asalto final. La divergencia de la espiral seguirá generando
todo tipo de rotaciones de unas estrellas sobre otras estrellas, de unos sistemas
de estrellas sobre otros sistemas de estrellas. La sempiterna querella “expansión-versus -inercia
gravitatoria” nunca será resuelta a favor de ninguno de los dos contendientes. ...... etc,etc, etc. ---------------------------- Esta publicación está destinada
únicamente a interesados particulares. Prohibida la reproducción total
ni parcial por ningún medio. Todos
los derechos reservados. ©
Gregorio Corrales. |
(Imagen tomada del reportaje “El arte de fotografiar”)