V.- ¿Cómo se generan las rotaciones? (última actualización: 10-06-2017) Según lo que ya escribí en el capítulo I, entre las claves hay dos
que son las básicas (la espiral plana y la distensión del espacio), las que,
por sí solas, explican cuanto haya que explicar sobre el universo; pero
también añadí después, en el capítulo III, que si
la espiral plana es clave, entonces la “clave de la clave”, por el inmenso
protagonismo que tiene en todo el proceso, es la curvatura, presente
en todos los fenómenos, desde la curvatura abierta de la expansión en espiral
hasta las curvaturas cerradas de las rotaciones de astros y sistemas, y del
maridaje de ambas, la curvatura ondular de la gravedad. He anunciado tantas veces, en lo que va de libro, esto de que en el
movimiento del universo no hay fuerzas (solamente hay inercia, y la inercia
no es una fuerza, es lo contrario, es la propiedad de no variar el estado
actual si no se ejerce contra él una fuerza), he anunciado tantas veces que
todo lo que ocurre tiene su causa en la cuna curva de la expansión, lo he
anunciado tantas veces, que supongo la impaciencia del lector en comprobar
cómo me las arreglo para demostrar que, la simple espiral de la expansión, se
basta ella sola para explicarlo todo, y en particular, la generación de todas
las rotaciones de astros y sistemas. ¿Cuál es la causa de
que se inicien los movimientos rotatorios?
Si la característica general del cosmos es el movimiento, parece que, para
resolver problemas, además de la posible intervención de fuerzas (que es por
lo que ha optado la ciencia), también habrá que recurrir a la geometría, que
es la que describe las figuras barridas por los movimientos. Ya anticipó Riemann que todas las claves del universo son realmente
problemas para un geómetra, que la intuición primera de lo que ocurre en el
espacio únicamente puede ser visto situándose en el espacio con la
imaginación. Yo no soy geómetra, pero sí tengo en la imaginación lo que es el
espacio de forma vivísima. Comenzando por un astro, que es el sistema rotatorio más elemental,
lo primero será prescindir de toda la larga etapa de su consolidación, que ya
conocemos por estar perfectamente descrita por la ciencia, pero que vamos a
recordar aquí por un momento: “....
había una nebulosa girando en el espacio que, por efecto de su propia
gravedad, entró en contracción.... lo cual supuso mayor rotación, presión y
calentamiento.... calentamiento que facilitó la nucleosíntesis,
convirtiéndola en un verdadero horno nuclear.... y la presión interior de ese
horno hacia fuera llegó a ser tal que balanceó a la gravedad, y el astro se
estabilizó en las dimensiones y caracteres que ahora lo vemos”. Perfecto. Prescindamos de ese
proceso, a pesar de pintado a brochazos tan excesivamente gruesos, por ser
cosa ya comprobada. Pero las preguntas previas que deja sin contestar son
demasiadas..... ¿Por qué esa nebulosa?
¿Por qué se separó del resto de la masa expansiva esa porción y comenzó a
girar? ¿Por qué la ciencia estudia tan al detalle lo que conoce, pero suele
dejar los enigmas del origen en el anonimato? Tesis oficiales Hasta la fecha, se ha venido separando un aspecto del otro, el de
una cierta concentración de masa y el de la rotación de esa concentración de
masa, como si fueran fenómenos diferentes, y se ha venido buscando una causa
distinta para cada uno de ellos, aunque esto no es así, como veremos. Las
explicaciones que nos han ofrecido son: En cuanto a la concentración de masa: ·
La hipótesis más repetida
se refiere a las posibles “turbulencias” que de alguna manera se produjeron
en el seno de la materia expansiva. Así dicho, sin más explicaciones de
cuáles fueron las causas de esas turbulencias y en qué consistían
concretamente, viene a ser como no decir nada, y si al final acierta, parece
claro que habrá sido por casualidad. ·
La otra hipótesis
manejada por la ciencia se resume en que esas puntuales concentraciones de
materia, en determinados puntos del espacio, se debieron a los polos de los
campos magnéticos creados por las radiaciones en el seno de la expansión. Y
como tampoco explica en absoluto los detalles de tal proceso, la vaguedad
resultante es la misma. En cuanto al movimiento rotatorio: ·
Envuelto el porqué de
la formación de las nebulosas, como acabamos de ver, en esta monumental
nebulosa de la indefinición, suele acrecentarse luego la confusión cuando se
aventura, como causa de los giros sobre sus propios ejes, los “rozamientos”
de unas nebulosas con otras en el viaje de la expansión general; lo cual,
aunque es duro decirlo, raya en el esperpento. Esta teoría tan insólita debería ser conocida como la “teoría del
relojero”, por eso de que las nebulosas vienen a ser verdaderas ruedas
dentadas. Por otra parte, siempre cabría preguntar a quienes defienden esta
extravagante hipótesis: ¿Y cuál fue la
primera de esas ruedas en ponerse en marcha y contagiar a las demás, y por
cuál causa se puso en marcha esa primera? No hay contestación. Cómo se forman
las rotaciones En este libro no propongo ninguna nueva
tesis o supuesto. Ajustándome a la certera observación de Riemann antes citada (todas las
claves del universo son realmente problemas para un geómetra) y aunque no soy geómetra, sino filósofo,
aporto lo que estimo que es una prueba geométrica sobre el porqué y el cómo se dividieron las masas y comenzaron a rotar sobre sí mismas Al igual que en la búsqueda del origen del universo no hubo otro
criterio que el de retroceder en el proceso de causalidad, a partir de la
realidad actual, hasta remontarnos al momento histórico buscado, también en
este caso procede remontarse hasta la masa expansiva inicial y analizar las
causas, necesariamente existentes, de
esos porqué y cómo del fenómeno. Y en este camino de desandar la historia,
nos encontramos con la primera sorpresa: ü
El orden de
causalidad es justamente el opuesto al manejado por la ciencia. El
fenómeno no consiste en la previa división de la masa y su posterior puesta
en movimiento de rotación, como la ciencia cree; se trata de lo contrario, se
trata de que lo primero es la iniciación del movimiento de rotación en la
masa, y que es este movimiento el que provoca después la individualización de
esa porción de masa, según el siguiente proceso: ·
La masa expansiva,
una vez superada la etapa inicial del plasma (los primeros 300.000 años),
pasó a la etapa del hidrógeno (los 500.000 años siguientes), integrada por
los primeros átomos. Puesto que no parece que hubiera razón alguna para
suponer que dicha masa no fuese homogénea, debería haberse expandido
igualmente de forma homogénea, y haber ido perdiendo presión y temperatura de
manera uniforme e indefinida. ·
Sin embargo le consta
a la ciencia que esa masa se fracturó, dando lugar a miles de millones de
nebulosas, conocidas como protoestrellas, y que, además,
estaban en rotación, sin que se nos haya explicado, de forma clara y
fundamentada, en virtud de qué, porque las explicaciones dadas (acabamos de
verlas antes) son simples suposiciones. ·
La premisa clave,
entonces, es la siguiente: En un cuerpo en movimiento, como lo es el de la
expansión, además de todas las circunstancias que se quieran, solamente
hay dos factores intrínsecos: la masa y el movimiento expansivo de la misma.
·
Si la causa de que
esa masa se auto divida en fragmentos no puede estar en sí misma, puesto que
ya hemos adelantado que no existe fundamento ninguno para suponerla una masa
no homogénea, entonces la causa tendrá que estar en el otro factor, el del
movimiento expansivo. Esta es la primera certeza desde la que se debe partir,
y de ella se parte en este libro. El peso central de toda la argumentación está en esta premisa básica
del párrafo anterior, porque es la que determina el camino correcto a seguir.
Así es que, puestos en el camino correcto, es decir, en el de seguir los
pasos del movimiento expansivo, podemos caer en el error de investigarlo
siguiendo a cada una de las partículas de forma individual, lo cual a nada
nos conduce, puesto que las partículas no hacen otra cosa que seguir los
radios curvos o líneas de expansión, ya vistos en la figura 3 del capítulo
anterior . Pero….. ¿Y si en vez de seguir la ruta de las
partículas, una a una, probamos a hacer el seguimiento (he aquí la
clave) sobre una porción cualquiera de masa expansiva? Entonces el
resultado es revelador. |
|
·
Acotamos la porción de masa
expansiva A B C D, comprendida entre dos líneas de expansión cualesquiera (A
C y B D) y dos arcos de circunferencias concéntricos en el origen de la
expansión O (los arcos A B y C D). Esta condición de los arcos de
circunferencias concéntricas es clave, puesto que la expansión universal,
obviamente, se verifica de forma concéntrica al punto de arranque de la
expansión, el del Origen (O). ·
Esta porción de masa
expansiva, cerca del centro de expansión O, además de ser de dimensiones
reducidas, por supuesto, también podemos observar que resulta casi
rectangular (trapecio ABCD). ·
La seguimos en su recorrido
y la situamos en la nueva posición A´B´C´D´,
limitada por las dos mismas líneas expansivas de antes y por los dos nuevos
arcos A´B´y C´D´, que son
concéntricos, condición que hemos dicho inevitable para que la expansión se
realice de forma equidistante al origen, como así sucede en la realidad. ·
Si ahora comparamos esa
última porción trapezoidal de masa con la anterior, enseguida comprobamos
que, no solamente se ha expandido, como es obvio, sino que además, por efecto
de la divergencia de la curvatura, ha radicalizado, a simple vista, la forma
trapezoidal anterior. ·
Efectivamente, en el
nuevo trapecio A’B’C’D’, estos cuatro ángulos se
han desplazado, han iniciado una rotación alrededor del centro G’,
respecto a la posición que tenían anteriormente, es decir, respecto a la
posición de ABCD en relación al centro G. Los
ángulos A´ y C´ se han
adelantado, en relación al centro G´, respecto a la
posición que tenían los A y C en relación a su centro G; y los ángulos B´ y D´ se han retrasado
respecto a los B y D. ·
Este movimiento de
rotación observado en los puntos de referencia, por supuesto, no se produce
únicamente en los citados puntos, sino en todos los puntos de la masa por
idéntico fundamento. ·
El resultado de la
prueba ha sido que la divergencia de la expansión en espiral produce
movimientos envolventes, rotatorios, y además de forma natural, sin el
concurso de ninguna clase de fuerza. Obviamente, cuánto más avance esta porción de masa trapezoidal en la
carrera expansiva, mayor será el giro que comprobaremos en ella. Ya tenemos la
causa por la cual se inician las rotaciones en el espacio, en cuyo
fenómeno acabamos de comprobar que no interviene fuerza ninguna, se generan
de forma naturalísima por pura mecánica espacial, por pura geometría. ¿Ha observado hasta ahora, ningún
científico, nada sobre este fenómeno? Geométricamente, la figura 4 demuestra
que la expansión en espiral genera movimientos de rotación dentro de su seno,
de forma natural, sin la intervención
de fuerzas extrañas. Pero quizás lo más interesante es el carácter universal que este
descubrimiento encierra. En la figura geométrica está referido a una masa
cualquiera, porque es la dimensión más visible del fenómeno, pero no debería
ser necesario aclarar que se refiere absolutamente a todas las rotaciones
posibles en el seno expansivo del universo, desde las más llamativas
(supercúmulos, galaxias, sistemas planetarios, astros en rotación.......)
hasta las más insignificantes pero más trascendentales: los electrones
girando en torno al núcleo en el interior de los átomos, los protones y
neutrones girando en el interior del propio núcleo. Todo cuanto gira en el universo lo
hace debido a la divergencia de la expansión curva, desde los grandes
sistemas galácticos hasta los humildes protones y neutrones en el núcleo de
los átomos. En el universo no hay 4 fuerzas, hay curvatura del espacio. En
esto consiste la buscada y nunca hallada Gran Unificación. No obstante, esta certidumbre teórica sobre el origen de las
rotaciones, puede ser confirmada con la contraprueba, consistente en
comprobar, utilizando el mismo tipo de imagen, qué es lo que ocurriría en el
caso de deshacer la rotación de la figura trapezoidal. Si en la misma figura
anterior sustituimos el trapecio A´ B´ C´ D´
por otro en el que no se hubiera producido movimiento ninguno de giro en
torno al centro G´, obtenemos la figura 5, en la
cual se comprueba que la forma del nuevo trapecio no respeta la
equidistancia al origen, dando por resultado un cosmos inverosímil, de
bordes serrados. |
|
Averiguada cuál es la causa de que se inicien los movimientos
rotatorios en el seno de la masa expansiva inicial, si ahora averiguamos la
otra cuestión, la de por qué, siendo un todo homogéneo, llegó a fragmentarse
en diferentes partes que se independizaron del resto, tendremos explicado el
todo de la formación de esas nebulosas independientes, conocidas como protoestrellas. Pero para esto, para descubrir por qué ese trapecio de masa, al
alcanzar un determinado volumen, acabará por separarse del resto, tenemos que
recurrir al equilibrio entre las dos fuerzas contrarias que actúan sobre él:
la gravitatoria y la expansiva, y eso corresponde al capítulo VII, Construcción
ascendente, puesto que todavía no hemos dicho nada sobre la gravedad
(será en el capítulo VI). Una cosa sí ha quedado
clara, por el momento: -
La teoría de la
previa fragmentación de la masa expansiva en nebulosas independientes, y
luego intentar descubrir el mecanismo de la puesta en marcha rotatoria de
cada una de esas nebulosas, como ha mantenido siempre la ciencia, no es
cierta y prueba de ello es que nunca ha sido capaz de explicar, de forma
convincente, la causa de esa previa fragmentación. -
El orden fue el
inverso, no fue primero fragmentación y después rotación, como a primera
vista cabría suponer y como la ciencia ha supuesto, sino al contrario,
primero rotación (acabamos de comprobarlo en las figuras 4 y 5) y después
fragmentación (lo veremos en el capítulo VII, Construcción ascendente). En el primero de los procesos, el de
formación de las nebulosas o protoestrellas, el
orden fue el opuesto al mantenido por la ciencia: primero fueron las
rotaciones y después las fragmentaciones, y no al contrario Las rotaciones
de los sistemas El proceso de formación de todas las rotaciones, al tener su
fundamento único en la divergencia curva de la expansión, es obvio que afecta por igual a la masa
inicial de las protoestrellas (caso anterior) como
al de formación de los sistemas. El proceso es siempre el mismo, de modo que
no tendremos nada más que sustituir las infinitas partículas de la masa de
una protoestrella, por los numerosos astros de un
sistema. En el primer caso obtendremos un astro girando sobre su eje, y en el
segundo caso obtendremos un sistema de astros girando sobre su baricentro. Sin embargo, tratándose de los sistemas, se produce un hecho
peculiar que requiere ser aclarado, me refiero a la aparición siempre de las
mayores masas en el centro, mientras que son las masas menores las que
aparecen describiendo órbitas periféricas alrededor de las anteriores. Esta
ha sido la causa que ha movido a la ciencia a pensar que la gravedad no es
otra cosa que una atracción, porque sería ésta, la atracción, la encargada de
situar a las masas más estables (las mayores) en el centro de los sistemas. Si en este libro, por el contrario, las rotaciones de los sistemas
se producen no por gravedad (y menos aún entendida la gravedad como atracción
de masas), sino por la curvatura divergente de la expansión, podría esto
llevar a pensar que en mi teoría, más bien, la formación de los sistemas se
debe a puras razones de vecindad, sin relación ninguna con la cantidad de
masa. Pero no es así. Ya advertí que mi teoría, como es obvio, no discute la
gravedad (estaría loco si lo pretendiese), y por lo tanto no cuestiona
ninguna de sus leyes (entre ellas la relación directa con la cantidad de
masa); lo que cuestiona, exclusivamente, son las causas por las cuales se
generan todos los fenómenos en el espacio, tanto rotatorios (capítulo actual)
como gravitatorios (capítulo siguiente). Por tanto, si algún lector ha llegado a pensar esto, lo único que
sucede es que el lector aún no ha llegado al capítulo siguiente, no ha
llegado a la demostración, también geométrica, de cómo se genera la inercia
llamada gravedad, que nada tiene que ver con ninguna hipotética y nunca
demostrada “atracción de masas”. Pero, incluso al lector que aún no ha llegado
a ese capítulo, puedo adelantarle un breve razonamiento de por qué las
mayores masas aparecen en el centro de los sistemas: ·
La expansión
longitudinal se lleva a cabo a través de los radios curvos que hemos visto en
la figura 3, que son los que recorren los puntos del cuerpo elástico del
espacio, al dilatarse éste desde el origen. Estas líneas o radios, por
consiguiente, son rutas de obligado cumplimiento para todos los cuerpos
inertes. ·
Pero también hemos
visto que, por causa de la divergencia de esas mismas líneas curvas de la
expansión, se impone la “desviación” forzosa y de carácter envolvente de las
rotaciones (figura 4), que empuja a los cuerpos a abandonar la dirección
natural de la expansión longitudinal. ·
Ahora no tenemos nada
más que añadir, a los dos hechos anteriores, el concepto de inercia,
directamente proporcional a la masa, y el problema queda resuelto. o
Los astros con mayor
masa desarrollan mayor inercia y tienden, por tanto, a la estabilidad, a
seguir las líneas naturales del espacio más fielmente, es decir, a mantenerse
en la dirección de los radios curvos (expansión longitudinal). o
Son los de menor
masa, y por ende de menor inercia, los obligados a salir de sus rutas
naturales (los radios de la espiral) para cubrir la expansión angular por la
divergencia, iniciando así la rotación en torno a los mayores. ---------------------------------- Esta publicación está destinada
únicamente a interesados particulares. Prohibida la reproducción total
ni parcial por ningún medio. Todos los
derechos reservados. © Gregorio
Corrales. |
(Imagen
tomada del reportaje “El arte de fotografiar”)